En 23 de diciembre de 1969, la estatal noruega Phillips Petroleum Company descubrió un pozo petrolero en el Mar del Norte que le permitió a ese país escalar la producción de crudo e impulsar su economía de manera exponencial. Ese campo se llamó Ekofisk y se calcula que tendrá productividad hasta 2050.
Solo 10 años después, el petróleo pasó a representar casi el 35% de las exportaciones del país. Las plataformas offshore en el Golfo de México también les sirvieron a ese país y a los Estados Unidos para escalar su producción. Brasil con el Presal, la formación de hidrocarburos en aguas de 7000 metros de profundidad frente a las costas de San Pablo y Río de Janeiro, recibirá u$s 285.000 millones en 10 años. Con el Presal, Brasil se convirtió en uno de los principales exportadores de crudo a China.
Según la Administración de Información de Energía de Estados Unidos (EIA), el mayor productor de crudo del mundo en 2021 fue Estados Unidos, Brasil ocupó la novena posición; Noruega, el puesto 11, y México, el 12.
La Argentina, que hoy se sitúa en el puesto 28, tiene la oportunidad de explorar buena parte de la plataforma continental del mar argentino y ampliar las posibilidades de descubrir petróleo. La exploración offshore le permite al país tener serias chances de incrementar sus reservas.
Un poco de historia Explorar y producir hidrocarburos costas afuera no es nuevo en el país. Los primeros estudios se iniciaron en 1940 en Comodoro Rivadavia, pero en 1969 las compañías Union Oil y Sun Oil realizaron las primeras perforaciones offshore en la cuenca del Salado, frente a la provincia de Buenos Aires. YPF realizó algunas exploraciones en los años 70.
En 1994, la petrolera Amoco también exploró la misma cuenca, y dos años más tarde Shell lo hizo en la cuenca del río Colorado (ubicada un poco más al sur que la del Salado). En 2010 también se exploró en el mar argentino.
En total, se hicieron cientos de estudios sísmicos y se perforaron más de 180 pozos offshore en el país. En muchos casos se concretaron descubrimientos geológicos, pero hasta el momento ninguna búsqueda tuvo éxito económico.
En cambio, la Argentina produce -y mucho- gas costas afuera. En 1982, la compañía francesa Total descubrió gas a 13 kilómetros de Tierra del Fuego y en 1989 comenzó a producirlo. Hoy, alrededor del 15% del gas que se consume en la Argentina viene allí. Las expectativas ahora están depositadas en el Concurso Público Internacional Costas Afuera N° 1 que se inició en 2018 para realizar estudios sísmicos y exploración en aguas ultraprofundas en las cuencas Argentina Norte (CAN) y Austral Marina y Malvinas Oeste (MLO).
El proceso continúa con aprobaciones y otorgamientos de áreas a distintas compañías y las presentaciones de los estudios de impacto ambiental. La licitación abrió una enorme expectativa en el sector petrolero.
En total, son 18 bloques que suman alrededor de 230.000 km2 en el mar argentino, en aguas que van desde los 100 hasta los 4000 metros de profundidad. Ganaron la licitación trece compañías de primer nivel internacional: YPF, Qatar Petroleum, Equinor (ex-Statoil), ExxonMobil, Total, Shell, Pluspetrol, Tecpetrol, Wintershall, BP, Mitsui, ENI y Tullow.
En total, las petroleras adjudicadas comprometieron casi u$s 1000 millones de inversión solo en exploración . A mediados del año pasado, el Ministerio de Ambiente realizó la primera audiencia pública para otorgar los permisos para la prospección sísmica 2D y 3D, que son los primeros trabajos exploratorios que utilizan, entre otras cosas, un barrido de sonido para detectar posibles formaciones geológicas.
El 30 de diciembre, esa cartera aprobó el estudio de impacto ambiental para que la estatal noruega Equinor realice la sísmica 3D en los bloques 100, 108 y 114 junto con YPF, a más de 300 kilómetros de la costa bonaerense.
El estudio Impacto económico del desarrollo hidrocarburífero costa afuera en Argentina realizado por la consultora Ecolatina (publicado en junio) sobre los posibles efectos económicos de la actividad offshore arrojó que, en el caso de avanzar positivamente, podría incrementar hasta un 3,5% el Producto Bruto Interno (PBI) del país por año, durante tres décadas. Para comparar con la actividad actual, Daniel Dreizzen, director del área energética de Ecolatina y autor del trabajo junto a Milagros Piaggio y Paula Gosis, explica: “El impacto que tiene el offshore en Tierra del Fuego, entre efectos directos, indirectos e inducidos, representa el 0,6% del PBI”.
El estudio se realizó entre diciembre de 2021 y mayo 2022 y analiza los efectos económicos según la cantidad de descubrimientos posibles para las cuencas CAN y MLO, donde más se van a realizar actividades de exploración. Ecolatina establece distintos escenarios con base en los distintos gados de éxito en la exploración. Fijó un descubrimiento promedio estimado de 560 millones de barriles de petróleo, que representa el 15% de las reservas y recursos de petróleo certificados del país.
En el caso de que se concrete un solo descubrimiento de crudo en CAN, el impacto en el PBI sería de 0,24%. Pero si hay cinco descubrimientos la actividad económica podría tener un incremento de 1,07% y, si se llega a diez descubrimientos, el PBI podría aumentar un 1,88%. En todos los escenarios, el impacto en el PBI es por los próximos 30 años.
Para el caso de la cuenca MLO, frente a Tierra del Fuego y sur de Santa Cruz, si se realiza un solo descubrimiento el efecto en promedio sobre el PBI actual para el período 2022-2052 sería de 0,30%, pero saltaría a 0,84% con tres descubrimientos y treparía a 1,62% con siete descubrimientos. Si sumamos los escenarios más optimistas, el impacto llegaría a ser del 3,5% en el PBI por tres décadas.
“Primero definimos un proyecto tipo para ambas cuencas, que consta de dos años para la etapa de exploración, cuatro para delineación, ocho para desarrollo y 22 años para producción. Luego estimamos los volúmenes a descubrir, las inversiones para extraer el recurso, producciones, costos, ventas e impuestos”, detalla Dreizzen y agrega: “Luego utilizamos el modelo de la matriz insumo producto para evaluar el impacto causado en el valor bruto de producción nacional por sector económico, en el PBI, en la generación de empleo, en la balanza comercial y en la recaudación tributaria. Esta herramienta permite cuantificar el efecto total que se genera en la economía por la interrelación de todos los sectores como consecuencia de un shock inicial (efectos macroeconómicos y microeconómicos sobre cada rama económica)”.
Además, el economista destaca el impacto que tendría la actividad en el empleo. En ese sentido, señala que si en CAN hubiera un descubrimiento tipo, en promedio durante 30 años se emplearían 27.000 personas incluyendo los efectos directo, indirecto e inducido.
Si fueran cinco descubrimientos serían 121.000 personas y con diez descubrimientos, 212.000 personas. En la cuenca MLO los valores son parecidos. Para tener en cuenta, en Brasil el pico de empleo causado por las operaciones offshore fue de 1.2 millones de empleados. Modelo de desarrollo: explorar, producir, exportar
Si la producción onshore en la Argentina está vinculada al autoabastecimiento, la exploración de petróleo offshore en el mar argentino tiene una perspectiva claramente exportadora. Con esta ventana que se abre en la plataforma continental, el país podría sumar producción petrolera, incorporar divisas y, en un mundo con problemas energéticos, convertirse en un país exportador más serio.
De todos modos, desde el verano el offshore está atravesado por una visión ambiental que directamente quiere cancelar la actividad. Ignacio Sabatella, especialista en energía e investigador del Conicet, sostiene que este debate está cruzado por tres contextos: “El primero que se visualizó fue el debate ?desarrollo – ambiente’, que estuvo antecedido por el tema minero y la salmonicultura en Tierra del Fuego. Y los dos polos, desarrollo y ambiente, que se veían como discursos contrapuestos, ingresaron en el offshore.
El otro contexto tiene que ver con lo económico y energético.
Esta actividad tiene mucha potencialidad. Si bien es exploración y no tenemos certezas de recursos y reservas, una actividad con tanto potencial en un país que viene atravesando una crisis y falta de divisas no se puede dar el lujo de cancelar la exploración”. Y añade que el otro contexto es el internacional de salida de la pandemia, con un rebote económico y fuerte demanda energética en el mundo.
En la actualidad muchos países centrales, sobre todo la Unión Europea, China e India, están en una crisis de oferta energética porque subió muy de golpe y la demanda no da abasto. Este contexto empeoró con la invasión rusa a Ucrania. “El mundo está discutiendo la seguridad energética como un elemento central de la seguridad nacional.
El debate durante el verano sobre el offshore hoy parece mucho más morigerado con estos contextos que fueron empeorando el mundo en muchos sentidos. Esto no quiere decir que cuando se acerque la audiencia pública para el primer pozo exploratorio, que es el pozo Argerich (CAN 100), esta polémica no se reavive”, agrega. Esta primera perforación se realizará en un área a más de 300 kilómetros de la costa bonaerense y podría iniciarse en el primer semestre de 2023.
El presidente del Centro de Estudios de la Actividad Regulatoria Energética (Ceare), Raúl Bertero, destaca que existe una probabilidad cierta de que exista un megayacimiento convencional de petróleo en el mar argentino. En ese caso, agrega, la Argentina podría alcanzar en diez años la producción actual offshore de Brasil, que hoy se encuentra en el orden de los 2 millones de barriles por día.
Esto implicaría ingresos por u$s 70.000 millones al año, lo que duplicaría el total de exportaciones que el país tiene en la actualidad. Bertero compara la potencialidad del offshore en la Argentina con el desarrollo que tuvieron Noruega y Brasil.
En su opinión, del análisis de estos dos países se pueden extraer dos enseñanzas importantes. Primero, que la producción offshore en diez años creció en 2 millones de barriles al día en Noruega y en 1 millón de barriles al día en Brasil. Si la Argentina tuviera hallazgos significativos podría alcanzar fuertes incrementos de producción en el corto plazo.
“La segunda, es destinar los ingresos petroleros a construir el futuro del país. En Noruega, una parte se destinó a un fondo intergeneracional, mientras que en Brasil se aprobó una ley para que el 75% de todas las regalías que genera el petróleo se destinen a la educación. Es fundamental que en la Argentina se destinen al mejoramiento de los salarios, las instalaciones y las becas en la educación pública, especialmente en el nivel secundario y a la investigación en las universidades”, afirma.
Por su parte, Sabatella destaca que solamente el área CAN 100, que estuvo en el foco del debate en el verano, podría producir 200.000 barriles diarios de petróleo y hasta se habla de recursos de más de 7000 millones de barriles en el lugar.
El especialista señala, asimismo, que es una oportunidad para engrosar la producción y las reservas del país. “La Argentina se podría convertir en un exportador de petróleo interesante. El offshore podría tener un impacto económico muy positivo en el movimiento de los puertos como el de Mar del Plata, el desarrollo de la logística y un efecto en las industrias asociadas al sector petrolero.
Conocer qué hay en la plataforma continental argentina es también un ejercicio vinculado a la soberanía nacional”, aporta. Debate ambiental El Ministerio de Ambiente aprobó en el último día del año pasado el estudio de impacto ambiental para las áreas CAN 100, 108 y 114. Solamente lo informó mediante una resolución publicada en el Boletín Oficial. No hubo otra comunicación al respecto.
Esto desató un debate sobre los posibles riesgos ambientales que traería la exploración offshore. Aparecieron voces críticas de distintas ONG, un informe de una universidad y hasta de algunos intendentes de partidos cercanos a la costa bonaerense. Mediante la Resolución 7/2022, el Ministerio de Ambiente aprobó el 5 de agosto la ampliación del estudio ambiental, que se realizó como consecuencia de las idas y vueltas judiciales que atravesó este tema.
Los que defienden la exploración sostienen que la actividad se realizará a más de 300 kilómetros de la costa y que las compañías petroleras que lo llevarán a cabo tienen años de experiencia. Sobre este punto Ignacio Sabatella opina: “El offshore tiene un horizonte más de exportación que como impulso para el autoabastecimiento. Estas exportaciones no cuentan dentro de los compromisos que asume el país en la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero porque no se consumen en la Argentina. El mundo probablemente no deje de consumir petróleo ni el próximo año, ni en cinco y quizás ni en los próximos 20 o 30 años .
Este tipo de actividades van a seguir teniendo demanda mundial”. En tanto, Bertero de Ceare indica que mientras exista demanda de petróleo, lo mejor es producirlo con la menor perturbación presente y futura del medioambiente. En ese sentido, la escala es un detalle no menor, ya que desde el punto de vista ambiental es mejor un megayacimiento que muchos yacimientos pequeños.
Por otro lado, a diferencia de la minería a cielo abierto, las plataformas marinas se desmantelan totalmente, de modo tal que las nuevas generaciones no verán alterado en absoluto el entorno. “El offshore podría permitir nuevos escenarios para la incorporación de energías renovables a nuestra matriz energética.
Podría favorecer la transición energética hacia fuentes más limpias. La posibilidad de que la Argentina se haga de divisas y que los recursos que capte el Estado argentino puedan ser redirigidos a la inversión en energías renovables, a una mayor electrificación de nuestra economía, al desarrollo en nuevas tecnologías de almacenamiento con baterías de litio o la potencialidad del hidrógeno”, cierra Sabatella.
Fuente: Agencias