El futuro del fracking continúa sin definirse y aunque las discusiones sobre su impacto no son un tema de ahora, sí empieza a cobrar relevancia por lo que representa el nuevo cambio de Gobierno.A todas luces, Gustavo Petro y su designada como ministra de Ambiente, Susana Muhamad, han dicho no al fracking ante un sector (hidrocarburos) expectante a su llegada que se resiste a abordar el tema desde lo que ellos consideran “un sesgo ideológico”, carente de evidencias científicas.
Bajo esta urgencia, un grupo de expertos del Instituto de Ciencia Política Hernán Echavarría Olózaga (ICP) y de la Universidad Externado lideró un estudio de dos años, que propone avanzar en los pilotos de fracking para analizar de forma técnica, la viabilidad económica, jurídica y ambiental de esta actividad.
El informe recoge que en el corto plazo no hay una industria que pueda reemplazar lo que otorgan los hidrocarburos. No hacer fracking implica renunciar a recursos financieros para la Nación. “Es perder la oportunidad de aumentar los recursos de hidrocarburos que han llegado a representar 70% de las exportaciones, $153 billones en regalías y dividendos, 12% de los ingresos corrientes de la Nación y 29% del presupuesto total de inversión del Presupuesto General de la Nación (PNG)”, según el estudio.
Carlos Augusto Chacón, director ejecutivo del ICP, aseguró que el fracking es fundamental para garantizar la estabilidad macroeconómica del país, aún más en medio de la crisis económica y financiera que está ocurriendo en el mundo.
También le atribuyó a esta técnica, la capacidad para asegurar los recursos de la inversión social, impulsar el desarrollo de las regiones y financiar la transición energética de forma responsable y sostenible.
El titular de la cartera de Minas y Energía, Diego Mesa, sostuvo que para que Colombia pueda tener una autosuficiencia energética se requiere continuar desarrollando yacimientos y reservas. En ese orden, el fracking representa la ventana adicional para seguir manteniéndose en el largo plazo.
Chacón reiteró que Colombia tiene oportunidades para ser un actor clave en los mercados energéticos del mundo. Por lo tanto, “en la coyuntura actual, perder ese desarrollo que hemos tenido en capacidades en los últimos años sería un error estratégico”.
Chacón sostiene que la propuesta de resistirse al fracking y a la exploración y exportación de petróleo, significa que el Gobierno Nacional tendrá que buscar nuevas fuentes para financiar el gasto público, seguramente a través de más impuestos, deuda pública y emisión monetaria, lo que llevará a una mayor inflación.
Además, resultaría irresponsable renunciar a la producción de hidrocarburos para convertir al país dependiente de otros países, pues, será mayor la vulnerabilidad de las familias y las empresas ante los posibles cortes. Lo que en el mediano y largo plazo generaría también mayores afectaciones potenciales a la economía, y por lo tanto, pérdida de empleos y del PIB. “En Europa está demostrando tener efectos muy graves para la economía”, explicó Chacón.
De acuerdo al Fondo Monetario Internacional, los cortes del suministro de gas proveniente de Rusia, podrían significar un impacto económico negativo para Alemania de 2,8 puntos del PIB y en Italia de 5,7 puntos.
Bajo esta premisa, los académicos le proponen que en el marco del debate se reconozca el peso de las variables geopolíticas, los avances en materia normativa y jurisprudencial y las oportunidades económicas para el territorio colombiano.
Fuente: La República