El gobierno de Perú quiere incrementar la producción petrolera en algunos de sus yacimientos en la Amazonía a medida que los precios del crudo suben por miedo a una posible escasez relacionada a la invasión rusa a Ucrania.
Entre esas áreas está el Lote 192: el bloque más grande del país, pero también el que más derrames ha sufrido. Ubicado en una zona remota de la Amazonía en el norte del Perú, el campo fue por décadas el principal productor de crudo del país.Pero el bloque también ha causado grandes daños ecológicos a la selva, una de las razones por las cuáles la producción no se ha retomado en más de dos años. El petróleo de cientos de derrames anteriores todavía está impregnado en el suelo de la Amazonía, cubre a las plantas nativas y se continúa derramando en diversos ríos que confluyen en el gran río Amazonas.“Aquí todos vivimos contaminados”, dijo Pilar Rengifo, una residente de Nuevo Andoas, un pequeño pueblo indígena de 500 habitantes que sirve de entrada al Lote 192.En el 2016, un análisis toxicológico de 1,138 personas en casi 40 comunidades alrededor del yacimiento petrolero, incluyendo Nuevo Andoas, encontró que más de la mitad de los residentes tenían altos niveles de plomo, arsénico y mercurio en la sangre. El gobierno concluyó que los resultados eran probablemente causados por la exposición al petróleo.Pese a los daños ambientales y a la salud, Rengifo y otros residentes dijeron a Reuters que apoyan la actividad petrolera, una fuente estable de trabajo. Además, quisieran ver que el gobierno empuje la actividad con más fuerza pese a los riesgos.Los altos costos de la energía están presionando a países como Perú y otras naciones latinoamericanas a encontrar formas de reducir su dependencia de las importaciones de petróleo.Las sanciones de Occidente a Rusia, uno de los mayores exportadores de petróleo en el mundo, han reducido en millones de barriles la cantidad de crudo disponible en un mercado que ya estaba ajustado. Eso está afectando a agricultores, comerciantes y transportistas, además de empujando al alza la inflación alrededor del mundo.
Perú importa el 80% del petróleo, gasolina y diésel que utiliza, una cifra que el presidente Pedro Castillo está determinado a reducir. Durante su gobierno, la empresa estatal Petroperú ha vuelto a producir petróleo por primera vez en décadas, aunque la producción es aún mínima.
En su auge en 1980, Petroperú producía alrededor de 200,000 barriles al día, una cifra que colapsó en medio de una serie de privatizaciones que llevaron a la estatal a enfocarse en la refinación y la distribución, abandonando la producción.Castillo también está enfocado en el gas natural, el cual quiere que llegue a más hogares peruanos, un esfuerzo que él llama la “masificación del gas”. El año pasado, su gobierno amenazó con nacionalizar la industria gasífera, pero desde entonces ha suavizado su posición.En diciembre, el entonces ministro de Energía y Minas, Eduardo González, viajó a Houston (Estados Unidos) en representación del gobierno para atraer potenciales empresas petroleras. En un documentado preparado para Castillo y visto por Reuters, González decía que una de las prioridades era retomar la producción en el Lote 192 y fomentar la exploración petrolera en la Amazonía.
“Lo ideal es que nosotros nos autoabastezcamos de petróleo, de manera que en algún momento tú puedes decir ‘bueno, no necesito subir los combustibles en el país, puedo garantizar energía barata’”, dijo González.
‘La guerra afecta a todos’
La autosuficiencia es una meta casi imposible para Perú. El país actualmente produce apenas 40,000 barriles de petróleo al día, ubicándose entre los productores más pequeños de Latinoamérica. El Lote 192 podría añadir alrededor de 25,000 barriles al día a la producción nacional.
Los campos petroleros de Perú son pequeños y remotos, lo que los hace costosos para las empresas. Debido a los derrames, las comunidades indígenas que rodean los yacimientos frecuentemente han tomado pistas, aeropuertos e incluso un oleoducto clave que transporta el petróleo de la selva a la costa.
Mientras tanto, Petroperú ha estado sumido en un escándalo corporativo. El gerente general nombrado por el gobierno de Castillo renunció este mes en medio de acusaciones de corrupción y la negativa del auditor externo de certificar los estados financieros de la compañía.
Las agencias crediticias respondieron retirándole el grado de inversión a Petroperú. Pero conseguir financiamiento para la explotación petrolera en la Amazonía también es un desafío.
Los bancos occidentales son cada vez más reacios a financiar la producción petrolera en la selva tropical más grande del planeta, cuya conservación es clave para combatir el cambio climático según los científicos. Perú tiene la segunda sección de la Amazonía más grande después de Brasil.
Sin embargo, la guerra en Ucrania le ha dado una nueva importancia a la seguridad energética.
El presidente ecuatoriano Guillermo Lasso está presionando a la estatal Petroecuador para que duplique su producción de crudo. Argentina recientemente anunció un nuevo gasoducto para aumentar la capacidad doméstica. Y la estatal YPF tiene planeado duplicar su producción petrolera en los próximos cinco años.
“Estos niveles de producción son muy importantes para el país, sobre todo en este momento donde la crisis global energética producto de la guerra va a afectar a todos”, dijo el 21 de marzo el secretario de Energía de Argentina, Darío Martínez, al mismo tiempo que anunciaba que la producción argentina había llegado a un pico no visto en 11 años.
En Petroperú, su gerente Fernando de la Torre dijo que el Lote 192 es clave para el país, al igual que una expansión de la refinería de Talara que debe costar unos US$ 5,000 millones.
“La presencia de Petroperú en el día de hoy adquiere mucha mayor relevancia que antes de la guerra. El precio está en las nubes, además hay problemas y escasez en el transporte de petróleo hacia el hemisferio sur”, dijo a Reuters.
Petróleo enterrado
El Lote 192, cerca de la frontera de Perú con Ecuador, tiene 512,000 hectáreas de extensión según el gobierno.
Los operadores más recientes, la argentina Pluspetrol y Frontera Energy Corp, fueron ambos multados por daños ambientales relacionados a los derrames de petróleo reportados en los últimos años.
Pluspetrol salió del Lote 192 en el 2015, después de más de una década de explotación, aunque la empresa continúa activa en Perú en el Consorcio Camisea que explota gas natural. Frontera solo duró cinco años y no renovó su contrato de concesión en el 2020.
Pluspetrol salió del Lote 192 en el 2015, después de más de una década de explotación, aunque la empresa continúa activa en Perú en el Consorcio Camisea que explota gas natural. Frontera solo duró cinco años y no renovó su contrato de concesión en el 2020.Pluspetrol, Frontera, el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) y el Ministerio de Energía y Minas (Minem) se abstuvieron de comentar.Desde 1997, Perú ha sufrido más de 1,000 derrames de petróleo, alrededor de un cuarto de ellos ocurrió en el Lote 192, según datos del gobierno recopilados por Oxfam. En el 2016, Perú decretó una emergencia ambiental en el Lote 192.
En Nuevo Andoas, las consecuencias de los derrames petroleros son visibles casi en todos lados. Reuters viajó a la zona a fines de febrero. Desde Iquitos, la ciudad más grande de la Amazonía peruana, Nuevo Andoas solo es accesible vía un vuelo charter o un viaje por río de varios días.En la zona, Reuters observó un nuevo derrame de petróleo fluyendo a un pequeño río desde un tanque petrolero en desuso. En otros lados, el petróleo se derramaba a veces de bolsas de plástico que habían sido inicialmente enterradas en la selva, parte de los esfuerzos usuales de mitigación.
Los residentes de Nuevo Andoas dijeron que el trabajo más común en la zona es el de limpiar derrames de petróleo. Uno de los residentes que trabajó en limpieza, Jerry Aguilar, dijo que era una práctica normal cubrir el petróleo con un poco de tierra.“Tú vas y a simple vista tú ves que está bien, pero lo pisas y vas a ver como tu pie sale negro de petróleo”, declaró Aguilar.Entrevistas con más de 20 residentes de Nuevo Andoas revelaron que la comunidad está consciente y ansiosa por los riesgos al ambiente y a la salud, pero que apoyan la actividad petrolera por los trabajos e ingresos que provee.Rengifo pasa la mayor parte del tiempo cuidando de su hija, Bianca, de 11 años, que no puede caminar o hablar. Ella no sabe qué condición tiene porque en Nuevo Andoas no hay doctores. Rengifo la carga para transportarla porque en el pueblo no hay sillas de ruedas. Pero Bianca está creciendo y transportarla se hace cada vez más difícil.Su esposo, Marcial García, dijo que las condiciones de vida se han vuelto más difíciles desde que Frontera dejó el Lote 192.
Él trabaja como chofer para una empresa comunal, pero sin una firma que traiga trabajadores no hay quién contrate los servicios.“Para qué, era lindo cuando había empresa. Había sanidad, nos atendían más o menos, pero ahorita la cosa es que no se encuentra nada, a veces hay medicinas a veces no hay. Es un poco difícil”, señaló Rengifo.El petróleo del Lote 192 debe viajar más de 1,000 kilómetros a través de un oleoducto que atraviesa la selva, sierra y costa de Perú para ser refinado.
Pero el oleoducto solo fluye en una dirección. El resultado es que en Nuevo Andoas no hay ninguna estación de gasolina. Para que el combustible llegue hasta ahí, este debe viajar de regreso en bote, lo que hace que los residentes paguen mucho más por gasolina que en las grandes ciudades de Perú.Ese combustible luego se vende en tiendas que venden el combustible en botellas de plástico.
Desde que Frontera dejó Nuevo Andoas, el pueblo solo tiene suministro eléctrico 12 horas al día, porque este es generado quemando reservas de petróleo.
La falta de combustible y energía en un pueblo petrolero es un ejemplo más de los desafíos que aún afronta un país rico en recursos naturales como Perú para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos más pobres.
Los residentes que viven en zonas cercanas a sus grandes minas de cobre – Perú es el segundo mayor productor del metal rojo en el mundo – han demandado por décadas mayores beneficios de la minería.
Fuente: Gestión