La necesidad de pasar el invierno y la puja con el proyecto chino para construir la planta de GNL. Guiños a petroleras locales para evitar subas en surtidores. La escalada del conflicto entre Rusia y Ucrania genera preocupación por los precios de la energía, pero al mismo tiempo abre una ventana de oportunidades para la Argentina.Así lo consideran integrantes de la comitiva que viajó a Houston la semana pasada para ofrecer a Estados Unidos el petróleo y el gas de Vaca Muerta a cambio mayores inversiones para incrementar la producción local y de buques de GNL a precios bajos para pasar el próximo invierno.
Durante la gira que encabezó Martín Guzmán con los principales empresarios energéticos de EEUU se planteó una rápida flexibilización de las condiciones de inversión en el país, para facilitar el acceso al petróleo y gas no convencional a mediano plazo, luego que la administración de Joe Biden anunció que dejará de comprar hidrocarburos a Rusia. Por el mismo camino transitan las negociaciones con Venezuela.
Como contrapartida, la Argentina necesita en lo inmediato cerrar contratos por la compra de al menos 60 tanqueros de GNL, que cubran la demanda de gas de abril a septiembre, sin tener que interrumpir la provisión a las grandes industrias, que son las encargadas de continuar con la recuperación económica interna de la postpandemia. EEUU puso a funcionar en simultáneo las siete terminales exportadoras de GNL, principalmente con destino a Europa y Asia, con un récord de 13.300 millones de pies cúbicos de flujos de gas natural, y la Argentina no se quiere quedar afuera del mercado. Pero además, en las presentaciones y charlas con los petroleros estadounidenses, se mencionó la posibilidad de avanzar con la construcción de la demandada planta local de procesamiento de GNL.
Según estimaciones del IAPG, el desarrollo intensivo de los hidrocarburos requerirá de la perforación de 1.000 a 1.500 pozos al año, entre desarrollos convencionales y no convencionales, con inversiones del orden de los u$s10.000 millones anuales. Vaca Muerta tiene el potencial para producir 500.000 barriles de petróleo por día y entre 100 y 150 Mm3/d de gas. Esto daría saldos exportables anuales de gas, petróleo y derivados por u$s15.000 millones anuales, comparado con los u$s4.000 millones que se exportan actualmente.
“A futuro, en el medio plazo, si el país se decide a dar condiciones de mercado para el desarrollo de los recursos podríamos llegar a duplicar la producción y alcanzar exportaciones por u$s10.000 millones al año, y eso sí sería un cambio para la economía argentina”, aseguró el presidente del Instituto Argentino de Petróleo y el Gas (IAPG), Ernesto López Anadón. “Está todo bien dispuesto para un desarrollo masivo, aunque lo logrado hasta hoy no es menor”, con una formación que entrega el 33% de la producción del crudo total, y el 48% de todo el gas natural que se produce en el país, añadió el titular del IAPG.
Mientras Rusia avance sobre Ucrania, los países europeos como grandes demandantes de gas, quieren reducir al máximo su dependencia del gigante proveedor ruso, lo cual si es una posibilidad cierta de poder llegar con la producción local a esos mercados con GNL. “Ese panorama también requiere de inversiones no sólo para aumentar la producción sino también para la construcción de una planta de GNL, un debate sobre su conveniencia que creo ya está saldado”, afirmó el presidente del Instituto, que organiza la Exposición Internacional Argentina Oil & Gas del 20 al 24 de marzo en La Rural.
La construcción de una planta de GNL demandaría una inversión en torno de los u$s5.000 millones, pero a la vez agregaría al menos otros u$s2.000 millones de exportaciones, a lo que se podrían sumar los proyectos petroquímicos.
Durante la reciente visita de Alberto Fernández a China también se habló de la construcción de una planta de licuefacción de gas en Bahía Blanca. Ese proyecto, ya elaborado por el Ministerio de Desarrollo Productivo, se pensó a través de una Inversión Extranjera Directa (IED), que no comprometería el escenario financiero local y tendría plazos más cortos. El convenio también establecería una estabilidad de precios por una cantidad de años a definir. El proyecto ya conversado con China podría tener un alto impacto porque más allá de garantizar los fondos para llevar adelante la obra, comprometería también la compra de un determinado volumen del GNL.
Una oferta similar dejó Guzmán sobre la mesa de los estadounidenses, que ahora deben tomar una decisión de relevancia. Tras el acuerdo con el FMI, el ministro les prometió estabilizar la macroeconomía y como señal de buena voluntad ya ordenó al Banco Central que incremente el acceso a los dólares para que las petroleras locales puedan importar combustibles sin tener que utilizar sus propios billetes. Esa medida quedó plasmada en la Comunicación “A” 7469 de la entidad, que elevó el tope de acceso a las divisas, luego que los precios de los combustibles se dispararon en el mundo. El barril Brent para entrega en mayo cotiza u$s112,67 y el de West Texas Intermediate (WTI) para entrega en abril u$s109,33. Con estos precios, las refinadoras que necesitan productos premium del exterior importan a pérdida y presionan por otra suba en los surtidores.
Según Ricardo Delgado, Economista y presidente de Analytica Consultora, a pesar que el FMI exige un recorte del déficit energético, hoy existe una ventana de oportunidades. “Con los actuales precios del gas en el mundo será muy difícil reducir el gasto en subsidios energéticos, uno de los objetivos centrales del programa. El propio FMI habló de una disminución de 0,6% del producto. La cuestión básica es que las tarifas apuntan a crecer por debajo de la inflación de acuerdo con el esquema de segmentación acordado para los aumentos”, indicó.
“Mayores costos de generación energética y tarifas que no cubren la inflación impiden el ahorro fiscal. Con todo, el Gobierno tiene un as en la manga para aliviar el cuadro; los gastos por Covid-19 en 2021 representaron 1,5% del PIB, algo más de la mitad destinado a vacunas. Si la pandemia desaparece, allí habría algún margen para recortar”, agregó Delgado a NA.
Miguel Ponce, director del Centro de Estudios para el Comercio Exterior Siglo XXI, calculó que en invierno “vamos a necesitar u$s7.000 millones para la importación en barcos regasificadores”, con el aditamento que representa el recorte de envíos de gas procedente de Bolivia, que tiene menos recursos para despachar y a un precios más caro. De cara al futuro, Ponce depositó sus esperanzas en el anunciado Gasoducto Presidente Néstor Kirchner, con cuya concreción “pasaríamos a ser exportadores netos”.
En tanto, el vicepresidente segundo del Banco Central, Jorge Carrera, confirmó que se trabaja en una flexibilización de las restricciones cambiarias y las regulaciones de la cuenta de capital para las empresas del sector. “Lo primero que vamos a ir relajando es facilitar todos los dólares necesarios para lo que genere dólares, y, después, ir abriéndolo para todos”, anticipó en línea con la oferta que Martín Guzmán dejó en Houston.
Asimismo, el N°3 del BCRA pidió “cautela” y “no ser alarmistas” ante la disparada del precio de la energía por el conflicto en Ucrania, que afectaría directamente las reservas internacionales del país. “No podemos saber si el buque de gas natural licuado que nosotros importamos va a estar a u$s55 en vez de u$s8, porque ese es el precio que tiene hoy en el invierno europeo y en el verano la demanda cae”, dijo Carrera, a la vez que destacó las perspectivas de inversiones del sector en el largo plazo en el país.
A la par de las oportunidades por “la gran capacidad exportadora” que se pueden abrir para el gas y el petróleo de Vaca Muerta ante un eventual reordenamiento del comercio global de energéticos, el titular del IAPG López Anadón destacó que en la formación neuquina “se ha llegado a un nivel de productividad importante, que en muchos casos mejora operaciones de Estados Unidos”, considerada la cuna de los no convencionales.
A pesar de las dificultades locales y externas que impuso la pandemia desde marzo de 2020, “técnicamente las operadoras han hecho muy bien las cosas reduciendo costos, mejorando la eficiencia de extracción. No fue un tiempo perdido sino que las empresas aprovecharon para mejorar sus operaciones”, celebró.
Fuente: Ámbito