Los mayores costos de producción y precios empobrecen a empresas y ciudadanos. Sin crecimiento ni empleo, no compensa tener más ingresos fiscales.
El crudo y sus derivados no solo se utilizan en el transporte, sino que forman parte de procesos productivos tan disímiles como las plantaciones de arroz o la construcción.
El anuncio de Estados Unidos sobre la prohibición de importación de gas, combustibles y petróleo rusos ha provocado que el barril de WTI, referente ecuatoriano, se cotice a más de $129 durante la jornada de este 8 de marzo de 2022
Si se mantienen esos niveles, se dispararán aun más los costos de los abonos y fertilizantes; así como del aluminio, los plásticos y la electricidad, entre muchos otros productos y materias primas.
El resultado es que se encarece la fabricación de vehículos, nuevas viviendas y la mayoría de los productos agroalimenticios.
Ante eso, el sueldo de los ciudadanos perderá valor debido a que se necesita más dinero para comprar la misma cantidad de bienes y servicios que se consumían hace solo unos pocos meses.
Entre más dure esta situación de altas cotizaciones del crudo, más daño se produce al bolsillo de la personas y a la capacidad de producción e inversión de las empresas.
Menos ganancias o precios más altos
Según el economista español Juan Ramón Rallo, si los costos de producción se disparan, solo existen dos opciones reales para las empresas.
Por un lado, transferir a los clientes, vía precios más altos, esos costos en aumento. Sin embargo, esta opción depende de si los consumidores están dispuestos, o pueden permitirse, pagar para mayores precios.
En el caso de Ecuador, con bajos niveles de ingreso, donde el 90% de las familias no ganan más de $750 mensuales, el espacio para ajustar tiene un límite antes de que se reduzca de manera apreciable la demanda y los ingresos de la empresa.
La otra opción es asumir los mayores costos de producción a través de reducir su margen de ganancia. Es decir, ganar menos por cada unidad producida y luego vendida.
Antes del impacto de la guerra entre Rusia y Ucrania, los desajustes como consecuencia de la pandemia ya habían provocado un encarecimiento de las materias primas y los insumos a escala mundial. En ese escenario, la industria alimenticia ecuatoriana ya castigó parte de sus márgenes para no subir precios al consumidor.
En este escenario, en un primer momento el que se empobrece es la empresa. Menores márgenes significan menor inversión y menor empleo.
Pero el impacto, en una segunda instancia va más allá. Los
proveedores de la empresa reciben menos pedidos y ganan menos. Además, una parte de los trabajadores se quedan sin sustento, y otra parte incluso puede ver mermado sus sueldos, bonificaciones y beneficios de ley.
En Ecuador, desde 2015, los combustibles y derivados de crudo que se utilizan para actividades industriales y comerciales ya no tiene ningún tipo de subsidios. En otras palabras, hace más de 6 años que los sectores productivos asumen los costos internacionales del petróleo en sus procesos.
Esto significa que, entre más caro esté el crudo, más recursos se necesitarán para producir lo mismo. En suma, una economía con altos índices de inflación, de la mano de los crecientes precios del petróleo, es insostenible y genera menos crecimiento.
Instituciones como la ONU o el Fondo Monetario Internacional (FMI) han explicado, durante los últimos días, que se prevé una recuperación más lenta de la economía. Para Ecuador, eso significa crecer a la mitad o menos del 3% proyectado para 2022.
¿Qué precio del petróleo es adecuado para el desarrollo económico?
Según análisis de bancas de inversión y organismos multilaterales, un precio de entre $60 y $70 por barril es adecuado para que la economía funcione sin distorsiones y haya suficiente dinero para invertir en más producción.
Si la cotización del petróleo se aleja de esos niveles, y con más razón con los actuales más de $128 por barril, el encarecimiento de los insumos y materias primas y el empobrecimiento de empresas y ciudadanos, no se compensa a mediano y largo plazo con mayores ingresos fiscales para los países petroleros.
En el otro extremo, también un precio del crudo menor a $30 es malo para la economía porque reduce los incentivos para la producción de hidrocarburos, de los cuales todavía depende el mayor porcentaje de la energía que consume el mundo.
Fuente: La Hora