La aterrizada de la gigante China National Petroleum Corp en Venezuela despegó la producción que aumentó 61 % en junio, y el precio del barril está disparado
La poderosa Pdvsa, cuya producción petrolera convirtió a Venezuela en una de las grandes potencias del mundo y que Hugo Chávez exprimió para financiar su revolución socialista del siglo XXI, empezó a desfondarse incluso antes de su muerte. Pero entró en una verdadera caída libre con la llegada de Nicolás Maduro al gobierno. El promedio de producción en el 2020 fue de 400.000 barriles, como en la década de 1930 -según el ministro de Petróleo Tarek El Assaimi, después de haber alcanzado máximos de 3,8 millones de barriles diarios (mbd ) en la época dorada que Venezuela competía con Arabia Saudita y su poderosa Aramco.
La situación calamitosa, con un país reventando, forzó a Maduro a tener que recurrir a sus aliados para una operación salvamento. Recurrió a China, Irán y Rusia. Pero la carta fuerte resultó ser el país de Xi Jinping con quien tuvo un encuentro crucial en una visita de Estado en el 2014, recién tomaba las riendas del poder y repitió en 2018, cuando habría concretado los acuerdos petroleros.
En el 2014 Maduro fue recibido en visita de jefe de Estado por Xi Jinping
La gigante china China National Petroleum Corp.(CNPC), una empresa estatal manejada por Xi Jiping tomó las riendas de plan de rescate. Conformaron la mixta Petrosinovensa, producto de una alianza entre Pdvsa y CNPC y han sido varias las movidas para poder andar la alicaída industria petrolera venezolana.
En junio entró en operación un mejorador de crudo y una planta mezcladora que procesa el petróleo pesado de la Faja del Orinoco para la exportación. El mejorador, operado por Pdvsa, TotalEnergies y la noruega Equino; la mezcladora es de Petrosinovensa, ubicada en el estado de Anzoátegui, que había paralizado operaciones y ahora está procesando 64.500 bd de crudo diluido que dan unos 77.000 bd de crudo exportable.
La empresa china ha aportado los medios técnicos y humanos para convertir el crudo pesado del Orinoco -donde opera la faja Carabobo- en el Merey, que consumen los dinámicos mercados asiáticos y que se logra mezclándolo con crudos livianos y diluyentes que también escasean y que se han sustituido más con ingenio que con calidad.
China no solo tuvo que ver con el mejoramiento de la producción sino también en la activación del mercado, como grandes consumidores. Las exportaciones de junio fueron al gigante asiático en 23 cargamentos que hicieron transbordo en Malasia y llegaron a su destino enmascarados como una mezcla de betún. Reuters dice que en promedio fueron 631.000 barriles diarios (bd) -61 % más que en junio de 2020.-. A contrarreloj la carga alcanzó a llegar al gigante asiático antes del 12 junio cuando comenzaba a regir un impuesto de 40 % a las importaciones.
En Anzoátegui, los petroleos venezolanos se mezclan con los chinos de Petrosinovensa
Para este mes está previsto añadir 17 plataformas de perforación, catorce de las cuales se contratarán con Corporación Panthers, que lleva 17 años en Anzoátegui, a USD 1,5 millones cada una. Actualmente Pdvsa tiene 97 plataformas en la Faja del Orinoco que están inactivas pero diez se pueden reactivar pronto, 184 pozos nuevos que no se acabaron de construir, y sobre todo, 2.000 pozos cerrados que darían 400.000 bd y que requieren trabajos de finalización y conexión tras la parálisis del 2019 cuando las sanciones de la Casa Blanca bloquearon la venta de crudo de Pdvsa a empresas estadounidenses.
Todo eso requiere dinero. En su informe de febrero “Oportunidades de inversión”, Pdvsa calculó en USD 58.000 millones lo que se necesita para volver a producir lo que en 1998. Y no solo se puede confiar en China. A ella se le debe USD 67.200 millones otorgados, casi todos, por el Industrial and Commercial Bank of China, cerca de un 47 % de la financiación que Pekín ha otorgado a toda Latinoamérica. Las compañías estatales chinas han invertido, desde 2010, cerca de USD 2.500 millones cada año, por lo que casi toda la producción petrolera va a esa nación para pagar la deuda.
El énfasis de Venezuela en colocar sus crudos en el mercado asiático tiene asidero en el Informe de McKinsey & Company, titulado Oil & Gas Práctica, Global downstream outlook to 2035, donde vaticina que la demanda mundial de líquidos de petróleo alcanzará su punto máximo en 2029 con 104 mbd impulsada por el mayor consumo de combustible del transporte por carretera, que rozará su más alto nivel en 2023. Prevé, asimismo, un alza en la demanda en Europa y EE. UU. a corto plazo (aproximadamente 2025) para luego declinar, requiriendo unos 5 mbd al cierre de 2035. Pronostica también que las refinerías de Asia y Oriente Medio serán las que crecerán en las décadas del 2030.
El tope del consumo de combustible del transporte por carretera se dará en 2023
Para Venezuela revivir la producción petrolera no es fácil, aun con aliados como los chinos. Sobre ella pesa mal manejo de la industria, como ha reconocido Assaimi, y las sanciones estadounidenses desde 2017, que según estudio de Anova, son responsables de 45 % de la caída del bombeo de Pdvsa. La Agencia Internacional de Energía proyectó en su informe Oil 2021 que el tope de producción de Venezuela es de 550.000 bd para finales de este año y del 2022 a 2026. Ello, sin hacer cambios radicales que implican grandes inversiones para recuperar los pozos de crudo liviano y medio, tuberías y refinerías. El presidente Maduro y su ministro de Petróleo van más allá, le están apostando a 1,5 mbd al cierre de este año. Una meta que según los conocedores requiere casi que un milagro y mucha ayuda.
La apuesta china y asiática parece válida en una época en que Europa y Estados Unidos se vuelcan hacia las energías renovables. Venezuela necesita cerca de USD 100.000 millones de inversión y una década de trabajo para lograr 2 mbd, según los expertos. Maduro y Aissami insisten en su utopía de corto plazo con el polo a tierra de una ley antibloqueo aprobada el año pasado con nuevas protecciones para los inversionistas.
Cerrando los ojos al riesgo país y poniendo la lupa solo en la rentabilidad que mejora con el alza en los precios del petróleo – se llegó a vaticinar hasta USD 100 por barril en 2022- algunos podrían contemplar la opción Venezuela. Por ahora China es el más grande de los superamigos dispuesto a sacar el petróleo venezolano de su hora más negra.
Algunos lo dicen técnicamente: existe una sinergia económica aparente, entre China, superpotencia asiática, el importador de petróleo más importante y Venezuela, el país latinoamericano con las reservas de crudo más importantes del planeta.
Fuente: Las 2 Orillas