En 2015 se producía 61 MMmcd de gas y en 2020 cayó a 43,5 MMmcd. Analistas señalan que este hecho deriva en una menor oferta de líquidos para el mercado local y mayor importación de gasolina y diésel.

Aunque se prevé este año una mejora, la producción de gas y líquidos se encuentra a la baja  y expertos advierten que a futuro habrá problemas en la provisión para el mercado interno y externo, además de mayores importaciones.

 La escasez de gas en Bermejo para atender la demanda de la industria azucarera es un signo de alerta de lo que puede ocurrir en el futuro en otras regiones.

 El exministro de Hidrocarburos Álvaro Ríos indicó que en los anteriores dos años la demanda interna de gas decreció en virtud de una caída en el crecimiento económico y la pandemia.
  
“Hace tres años la demanda interna subió a 14 MMmmc y ahora en promedio está en 12 MMmcd. Lo de  Bermejo es un  hecho aislado pero que nos debe hacer reflexionar. De continuar exportando gas al ritmo actual, alrededor de  2030 y 2031 nos veremos en la necesidad  de importar gas a mayor costo”, explicó el experto.

Esto implicará que las regiones dejen de percibir regalías y el Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) si es que no hace una reforma al sector que permita alentar una mayor exploración y atraer las inversiones.

Hasta 2015 el país producía 61,3 MMmcd de gas y en 2020  este volumen bajó a 43,52 MMmcd y  este año la oferta está  por  46 MMmcd.  “Se necesita reponer el consumo de gas y no podemos darnos el  lujo de perforar dos o tres pozos al año, se necesita perforar  20 a 30 pozos en busca de gas y petróleo. La situación de la producción de  petróleo es dramática, porque se está importando 70% del consumo de  diésel  y cerca 50% de gasolina”, alertó.

Ríos sostuvo que la exploración no resultó suficiente y esto se debe a que el modelo, sistema impositivo y riesgo país,  no permite atraer suficiente inversión.

El analista del sector Francesco Zaratti manifestó que durante varios años la producción de gas se ajustó a la demanda, pero en la actualidad es a la inversa. 

“Debido  al  agotamiento natural de campos y sobre todo por la política irresponsable de hidrocarburos de últimos 15 años, la demanda se ajusta a producción. Producimos a la  máxima capacidad para atender   el contrato de venta con Brasil 20 MMmcd, Argentina 14 MMmcd y para el mercado interno queda entre 10 a 13 MMmcd”, apuntó.

Añadió que lo ocurrido en Bermejo es el “síntoma de una enfermedad” que en el futuro se va a manifestar con fuerza, ya que por la falta de  gas ahora no se puede hablar  ya de proyectos de  industrialización.

“Pero el mayor problema es el suministro de líquidos, al tener limitada producción de gas, la producción de condensado  también bajó  de 60.000 barriles a  40 o 42.000 y la demanda de combustible de la  agroindustria  y parque automotor crece”, agregó. 

Para atender el requerimiento interno de gasolina y diésel el país debe importar y eso significa una salida de divisas. 
 

“Aún hay gas, no va a desaparecer, pero se debe hacer un esfuerzo en cambiar normas, se necesita medidas para salvar al sector. Pero también se necesita avanzar en la transición energética y un plan que nos libere gradualmente de la dependencia del gas y el petróleo y vayamos hacía una economía cuyo motor sea la electricidad”,  destacó Zaratti.

El  analista en hidrocarburos de la Fundación Jubileo Raúl Velásquez sostuvo que desde 2015 se alerta sobre  la caída sostenida de la producción de gas y de líquidos, un hecho que obliga al país a importar gasolina, pero no se hace nada para revertir.

“Hay un rezago de una década  en la  actividad exploratoria, el único campo nuevo importante de los últimos años es Incahuasi que entró en producción en agosto de 2016 y que suple  la caída  la producción de San Alberto y Sábalo que están hace tiempo en declinación”, añadió.

El mercado interno en los últimos años creció de forma sostenida, pero por el gas que las empresas y YPFB venden sólo se paga 1,2 dólares por millón de BTU (unidad térmica británica), mientras que por la exportación se recibe en promedio cuatro dólares por millón de BTU.

El problema presentado en Bermejo con la falta de gas para Velásquez es  un efecto y el resultado de una política y débil gestión en el sector hidrocarburos desde que se aprobó la Ley 3058 con  un enfoque rentista.

En 2018 ya hubo un problema  en Chuquisaca cuando se solicitó a las  industrias que no usen su máxima capacidad de demanda de gas porque   sistema estaba al límite o cuando se tuvo que cambiar la fuente de energía de la fábrica de vidrio de Zudáñez de gas a gas licuado de petróleo.

Velásquez advirtió que si el mercado  interno sigue creciendo y no hay reservas nuevas de gas, el país tendrá que seguir renegociando adendas   y disminuir volúmenes de exportación, por eso urge una nueva política para atraer inversión de riesgo.
 

La demanda de gasolina, diésel y GLP crecerá hasta en 35,2%

 El Ministerio de Hidrocarburos proyecta que este año la demanda  de combustibles  refinados como el diésel oil, la gasolina especial y el gas licuado de petróleo (GLP) aumentará en  22,1%, 24,4% y 35,2%, respectivamente.

En su informe de rendición pública de cuentas inicial de este año, esa cartera de Estado informó que en 2019 la producción de líquidos alcanzó 45.290 barriles por día (BDP), pero en 2020 la oferta bajó a 41.660 BDP.

Este año se prevé alcanzar  42.280 BPD, que no llega a nivelar la producción de un año antes de la pandemia y menos la de pasados años. 

 Se planifica la  importación de petróleo a partir de septiembre de este año.

El informe oficial dice que en la gestión 2019, la producción de gas natural fue 45,36 millones de metros cúbicos día (MMmcd), pero en   2020  disminuyó a 43,52 MMmcd, y  para  este año se pretende llegar a una producción proyectada de 47,20 MMmcd.

“Para 2021 se espera un crecimiento del 9%. Se generarán acciones para incrementar la producción y atender los requerimientos del mercado externo”, se precisa.

Fuente Página Siete