Petrolera. Afirma que Argentina, Perú, Paraguay, Uruguay y Brasil se perfilan como clientes potenciales. Planta de urea está en inertización -en pausa-, pero YPFB prevé reanudar la operación para finales del primer semestre del presente año

La estatal petrolera YPFB prevé diversificar en la presente gestión su oferta de fertilizantes con la producción de urea pecuaria, una fuente de proteína que a escala global se utiliza en la alimentación del ganado vacuno.

El proyecto de producción, en una primera etapa, determinó la factibilidad técnica y comercial, lo cual indica que la urea de YPFB puede perfectamente adecuarse a los requerimientos del consumo animal, tanto en el mercado interno como en el de exportación.

Por las características de pureza de la urea producida, desde YPFB dieron cuenta de que han decidido ofertar este producto al mercado de la región. Detallaron que, dado el interés expresado por el mercado brasileño, gestionan los permisos para comercializarla en este destino, para uso pecuario.

La estatal prevé este año contar con un producto diferenciado para cubrir la demanda nacional y los mercados de exportación. Estiman una demanda potencial de urea pecuaria, a mediano plazo, de 26.500 toneladas para el mercado interno, volumen que YPFB aduce podría cubrir con su producción sin ninguna dificultad.

La petrolera afirma que el mercado de exportación presenta como clientes potenciales a Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Perú. A través de contactos con compradores, según refieren, tienen conocimiento de que existe demanda de la urea pecuaria, por lo que YPFB perfila lograr la incursión a estos mercados.

Referente a si la exportación de urea es un negocio rentable en la coyuntura actual, Yacimientos afirma que es atractiva y rentable debido a la elevada demanda en Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y Perú, que en conjunto importaron un total de 9 millones de toneladas en el último año.

Para el mercado externo, según YPFB, se lanzarán licitaciones internacionales a las que se invitará a potenciales compradores que se tienen identificados, entre los que figuran traders, empresas productoras de mezclas de fertilizantes y empresas agroindustriales de la región centro oeste de Brasil (Mato Grosso, Mato Grosso del Sur y Goiás), Argentina (Rosario y Norte Argentino), Uruguay, Paraguay y el sur de Perú.

Operación en pausa

El reporte oficial de YPFB advierte que la Planta de Amoniaco y Urea (PAU), localizada en Bulo Bulo-Cochabamba, está en estado de inertización; es decir, en pausa, mientras una empresa especializada efectúe el diagnóstico operativo e identifique las fallas ocultas en las unidades de procesos que conforman el complejo de amoniaco y urea, para la determinación de las acciones técnicas a seguir con actividades relacionadas al mantenimiento, comisionado y puesta en marcha, incluyendo la planta generadora de nitrógeno que también está con fallas.

Indicaron que la paralización de la planta se debió a una decisión política del anterior Gobierno de transición sin ninguna justificación técnica que respalde. YPFB activó una demanda penal por las cuantiosas pérdidas ocasionadas.

Actualmente, la petrolera encara el proceso de contratación de una empresa especializada que efectúe el diagnóstico operativo e identifique las fallas ocultas en las unidades de procesos que conforman este complejo petroquímico y determinen las acciones técnicas a seguir para su puesta en marcha, proyectada para el final del primer semestre de la presente gestión.

En criterio del experto en hidrocarburos, Hugo Del Granado, si el Gobierno actual no pone en marcha y absorbe la pérdida económica de la planta tendrá altos costos políticos, por lo que deberá buscar la eficiencia recuperando la confianza de los clientes y encontrando nuevos, poniendo en marcha el ferrocarril, realizando una auditoría técnica para superar los problemas de los equipos deficientes y ponerla en operación aceptable. “Solo de esta manera podrá superar la ineficiencia administrativa, la corrupción y acceder a los circuitos de comercio internacional”, anotó.

Efectos de la inactividad

Según el gerente general de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), Jaime Hernández, el cese de actividades de la planta ha sido muy perjudicial porque los productores no pudieron abastecerse del fertilizante de producción nacional teniendo que importarlo a precios mayores.

De pagar, entre junio y septiembre de 2020, en promedio, de $us 307 a 321 por tonelada de urea nacional puesta en Bulo Bulo, en el periodo de siembra de verano 2020-2021, importaron a precios entre $us 550 y 600 la tonelada.

Según Hernández, la urea ha sido adquirida de empresas proveedoras de fertilizantes que adquieren de Perú o, en algunos casos, importaron inclusive de Brasil. “Es lamentable que esa importante inversión (complejo petroquímico) no esté siendo aprovechada en beneficio de los productores bolivianos para masificar su uso y aumentar su capacidad productiva, y ahora dependamos de la importación para el abastecimiento, lo que por sus altos costos disminuye su uso”, puntualizó ejecutivo.

Desde la Cámara Agropecuaria de Cochabamba (CAC), el gerente Rolando Morales, también refleja perjuicios en los actores primarios de la cadena productiva (agricultores) que ante la falta de urea de producción nacional tuvieron que importar de Perú, Brasil y Chile, a precios desventajosos.

Morales afirmó que confían en la reapertura de la planta de urea de Bulo Bulo lo antes posible para regular el precio del fertilizante en el mercado interno. Atribuyó que los productores adquirieron la bolsa de 50 kilos de urea importada a Bs 220. En el mercado nacional pagaban Bs 150. “Comprometemos absoluto respaldo para la reapertura de la planta de Bulo Bulo, en tanto y cuanto, la producción de urea sea real y sostenible”, dijo Morales, al complementar que el sector demanda 2,4 millones de kilos por año, por un valor estimado de al menos $us 1,4 millones.

Comercio exterior

Según María Esther Peña, gerente técnico del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), las exportaciones de urea de Bolivia acumularon $us 142 millones, entre 2018 y 2019, según datos del INE, vendiéndose grandes cantidades a Argentina y Brasil principalmente, lo que significó un importante ingreso de divisas para el país. Sin embargo, por la paralización de las operaciones de la PAU, las ventas externas cerraron el año pasado con $us 4,8 millones, es decir, el 6% de lo exportado en 2019, cuando las exportaciones del fertilizante sobrepasaron los $us 75 millones de en dicho periodo.

Esa situación, hizo que las importaciones de urea del país vuelvan a repuntar y, de acuerdo con el INE, las compras externas de urea en 2020 alcanzaron los $us 7,3 millones, cifra similar a la que se venía importando desde 2011 y que habían caído entre 2018 y 2019 por el abastecimiento que realizaba al mercado interno la planta de urea de Bulo Bulo.

Por ello, desde el IBCE, Peña cree imperioso generar políticas para mejorar la productividad y competitividad de los productos bolivianos, como es el caso de la urea, que demandará un trabajo conjunto público-privado.

Otro eslabón de la cadena

Con datos del Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag), según el presidente de la Asociación de Proveedores de Insumos Agropecuarios (APIA), Eduardo Nostas, Bolivia importó urea por valor de $us 5,4 millones en 2020 y de ese monto el 8,4% corresponde a empresas miembro de la organización, aunque la mayor proporción -aclaró- es realizada por una sola empresa para su propio uso en sus propiedades agrícolas, y no así para comercializar.

Nostas insinuó que, en julio de 2020, el sector sostuvo una reunión con YPFB para analizar el sistema de distribución de urea en el mercado nacional de cara a la identificación de potenciales empresas distribuidoras que sean parte de APIA, oportunidad en la cual se conversó sobre precios, condiciones de entrega, prácticas anticompetitivas, entre otros temas. Sin embargo, no se concretó.

Empero, Nostas destacó la predisposición de las empresas del sector en constituirse en agentes distribuidores de un producto hecho en Bolivia, dependiendo de las condiciones que brinde el negocio.

Refuta decisión de forzar viabilidad de la planta
Para el exministro de Economía y Finanzas Públicas en el régimen transitorio Óscar Ortiz, hay una clara decisión política de forzar la viabilidad del proyecto para librar de responsabilidad legal y económica a las autoridades que tomaron la decisión de su ejecución sin cumplir con los requisitos de asegurar la factibilidad de esta inversión pública. Censuró la falta de transparencia para realizar una auditoría integral e independiente del proyecto.

A juzgar por Ortiz, la planta de urea tiene problemas de origen muy complejos, falta de estudio de factibilidad, una ubicación inconveniente, la carencia de un tren que transporte la producción desde el complejo petroquímico hasta la frontera con Brasil y la falta de preparación de personal de YPFB en su administración.

“Se le debe seguir pagando enormes sumas de dinero a empresas internacionales para que se hagan cargo de la operación técnica. Adicionalmente, absorbe un gas a un precio mucho menor que el precio que YPFB obtendría por su exportación. Un gas, además cada vez más escaso”, manifestó Ortiz.

Sin embargo, afirmó que ya es un costo hundido porque la planta está construida y se lo hizo con financiamiento del Banco Central de Bolivia (BCB), recursos que deben devolverse porque han afectado las reservas internacionales.

Insinuó que los precios de exportación también han bajado mucho con relación a la época en la cual se tomó la decisión de construir la planta. El valor del petróleo que influye sobre el precio de este fertilizante representa alrededor de la mitad de lo que costaba en ese momento.

En diciembre de 2020, después de una inspección, las principales autoridades del sector hidrocarburos revelaron daños en turbinas y algunos equipos electrónicos de la Planta de Amoniaco y Urea (PAU).

Según el presidente ejecutivo de YPFB, Wilson Zelaya, la paralización generó cuantiosas pérdidas para el país y los sectores involucrados.

Fuente: El Deber