La carrera mundial para producir el llamado “combustible del futuro” pareciera, a todas luces, no tener razón para frenar su inicio.
En países como Alemania, Francia, Bélgica, Dinamarca y España, sólo por nombrar algunos, los proyectos tanto públicos como privados para obtener hidrógeno verde ya están en curso y en Chile el escenario no se aleja mucho del europeo.
Se trata de un desafío global, dicen los expertos. Es que en medio de las metas por la carbono neutralidad como medida para frenar el cambio climático, el hidrógeno verde, al no generar gases de efecto invernadero, aparece como el elemento que “promete” desplazar a los combustibles fósiles e incluso acercar aún más el sueño de que el sector minero apunte a la producción sustentable de commodities, como el “cobre verde”.
El creciente interés, más allá de los objetivos medioambientales, responde también a que los costos de producción en base a electrólisis -proceso eléctrico por el cual se separa la molécula de agua en Hidrógeno (H2) y Oxígeno (O)- han ido bajando en el tiempo de la mano con la caída en el costo de la electricidad, gracias a la masificación de las energías renovables.
Así, si antes la electrólisis era considerada costosa porque se realizaba con electricidad generada a partir de un combustible fósil, como el metano contenido en el gas natural, hoy hacerla con energía eólica o solar cambió el panorama mundial y ha dado pie para cambiar el apellido del hidrógeno de “gris” a “verde” y acelerar una carrera por su producción.
“El hidrógeno producido a partir de energía renovable competirá en precio con la producción de gas a partir de combustibles fósiles dentro de dos décadas”, proyecta la firma de investigación Wood Mackenzie Ltd. De hecho, prevé que el costo del hidrógeno verde caerá 64% para 2040, mientras que los costos del gas natural irán al alza.
La clave -y ventaja- de este combustible está en su capacidad altamente flexible de almacenaje, además de su versatilidad de usos, que van desde el transporte hasta la industria y la minería.
La carrera internacional
A nivel de empresas, Siemens Gamesa Renewable Energy SA tiene un ojo puesto en cómo sus aerogeneradores podrían jugar un papel clave en la generación de hidrógeno. La compañía, que a principios de este año lanzó la mayor turbina eólica del mundo, inició un proyecto piloto en Dinamarca para probar cómo sus máquinas podrían impulsar la producción del combustible.
Por su parte, la eléctrica danesa Orsted A/S ya está explorando una serie de proyectos de hidrogeno para sus parques eólicos y Royal Dutch Shell Plc planea producir el combustible de un parque que se va a construir frente a la costa de Holanda.
La Unión Europea ha puesto al “combustible del futuro” en el centro del Nuevo Acuerdo Verde y de sus medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en al menos 55% en 2030 y volverse climáticamente neutral para 2050.
Así, Alemania ya se comprometió a invertir US$10.600 millones para crear una producción local de hidrógeno verde, mientras que España está intensificando sus esfuerzos para alcanzar a Francia y dibujó una hoja de ruta para construir 4 gigavatios de capacidad de hidrógeno verde para 2030, lo cual requeriría una inversión de US$10.500 millones en la próxima década.
Y si bien el enfoque de España a corto y mediano plazo está en la industria y el transporte local, el plan sí menciona el potencial para convertirse en un exportador al resto de Europa. Lo que pasa, es que tanto Alemania como los Países Bajos han manifestado que no podrán crear suficiente capacidad de energía renovable para alimentar todo el hidrógeno limpio que necesitarán, lo que los convertirá efectivamente en importadores a largo plazo. “Esa es una de las puertas por las que Chile entra al juego”, coinciden los expertos consultados por Emol.
La carrera chilena por el hidrógeno verde
El Gobierno de Chile está evaluando mecanismos para aumentar el atractivo de los proyectos de hidrógeno verde en el país. Así lo reveló hace unos días el ministro de Energía, Juan Carlos Jobet, a Bloomberg. Producirlo ayudaría al país a cumplir su objetivo de convertirse a la neutralidad en carbono para 2050.
Mientras tanto, Enel Green Power Chile (EGP) -filial de Enel Chile- ya anunció que junto a AME y posibles socios como ENAP, Siemens Energy y Porsche, desarrollarán la instalación de una planta piloto para la producción de hidrógeno verde a través de un electrolizador alimentado por energía eólica, en Cabo Negro, en la Región de Magallanes. Se espera que entre en servicio en 2022, lo que la convertiría en la primera planta de este tipo en producir el combustible sustentable en Chile.
Para el presidente ejecutivo de Generadoras de Chile, Claudio Seebach, dicho proyecto “demuestra la real voluntad de colaborar para escalar esta tecnología en Chile y el mundo” y apunta a que “existe un interés muy grande, tanto por parte del Gobierno, que lidera la Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde, como de algunas empresas de desarrollar este energético en el país”.
“Chile tiene un gran potencial para producir energía eléctrica con fuentes renovables a un costo muy competitivo para producir hidrógeno verde, además de un marco regulatorio y legal que permite dar reglas claras a los inversionistas extranjeros que quieran entrar a operar en el país. Así, se puede conseguir el financiamiento y se dan las condiciones para producir el hidrógeno verde a costos que podrían permitir no sólo su utilización en el mercado local, sino que también un potencial de exportación muy elevado”, comenta a Emol.
De acuerdo a su análisis en entrevista con EmolTV, “este es un fenómeno mundial y se está viendo como la gran alternativa para descarbonizar las economías, por lo tanto algunos países van a ser deficitarios y necesitarán más del que pueden producir. Nosotros estamos en una posición privilegiada para producirlo con nuestras energías renovables no convencionales y exportarlo y venderlo (…) tenemos el potencial de crear una nueva industria gigantesca en Chile; tenemos una oportunidad de mercado a nivel mundial”.
Paula Ortiz, gerenta de Proyectos en Arcadis Chile Paula Ortiz, gerenta de Proyectos en Arcadis Chile -empresa de origen holandesa reconocida mundialmente como líder de diseño, ingeniería y consultoría de proyectos-, cuenta que un gran número de sus clientes han solicitado pre estudios de pilotos para ver alternativas de inversión y desarrollo en torno al “combustible del futuro”.
“En Chile ya se desató el boom”, dice. “Yo diría que partió este año con mucha fuerza, lo que pasa es que acá ya se alcanzó la meta de energía solar y eólica que se tenía para 2030, entonces hay mucha disponibilidad para producir hidrógeno verde y, la verdad, esto viene mucho más rápido y fuerte de lo que habíamos pensado”.
Asimismo, comenta que a nivel Latinoamericano Chile muestra el mayor avance en dicho mercado, seguido por Brasil, y coincide con que “lo más probable es que si el desarrollo de este sector responde al interés que se ha visto en estos meses, efectivamente seremos exportadores de hidrógeno verde a nivel global”.
Factores clave: los incentivos y la demanda
“Estamos diseñando un mecanismo que esperamos hacer público en los primeros días de noviembre”, adelantó a Bloomberg hace unos días el ministro de Energía, Juan Carlos Jobet. “Tiene que ver con un aporte financiero que permita facilitar que los privados puedan desarrollarse sobre todo en la etapa temprana, donde la rentabilidad sin ese apoyo no es la suficiente para que ese proyecto -de hidrógeno verde- se ejecute”.
El anterior se trata de un punto clave y necesario para el desarrollo del mercado del hidrógeno en el país según Luciano Cruz Morandé, abogado socio del Estudio Jurídico Arteaga Gorziglia que se dedica, entre otras cosas, a revisar contratos y licitaciones del mundo de las energías renovables.
“Todas estas plantas requieren una serie de permisos ambientales, sectoriales, de diversa índole que acá en Chile obtenerlos te pueden tomar 2 años o un poco más. Entonces para que esto esté operativo de verdad, es una carrera larga, donde la clave estará en poner los incentivos suficientes para que privados se interesen en hacerlos”, enfatiza a Emol y opina que un camino podría ser el de incentivos tributarios.
Sin embargo, también releva otro punto: la demanda. “Todo esto es posible en la medida que generemos un poder comprador, una demanda por este hidrógeno. No sacamos nada con promover la creación de esta industria si es que por otro lado no estamos fomentando el uso de este nuevo combustible”, dice.
Seebach, líder del gremio eléctrico, analiza que “en términos prácticos, se requieren montos de inversión importantes para el desarrollo tecnológico necesario en la producción de hidrógeno verde. Más aún, se debe contar con una regulación específica y capacidades técnicas para no sólo operar la tecnología necesaria en su producción, almacenamiento y transporte, sino que también en la evaluación de los proyectos, tanto por ejemplo para la tramitación ambiental o para los servicios financieros al momento de otorgar los préstamos necesarios. En ese sentido, existe una curva de aprendizaje relevante de manera de lograr una implementación eficiente en los procesos asociados”.
Por el lado de la demanda, manifiesta que varias de las tecnologías para producción y/o consumo de hidrógeno aún no se utilizan de manera corriente, por lo que existe también un período de maduración para que el mercado de este combustible pueda alcanzar su escalamiento. “Existen algunos usos que estarían disponibles de manera más inmediata. Sin embargo, la utilización en la industria, transporte de carga y usos domiciliarios como calefacción o cocina aún no están lo suficientemente desarrollados e implementados”, agrega.
De todas formas, más allá de los desafíos futuros que implica su uso y distribución, Seebach enfatizó que “en 200 años nos convertimos en dependientes de los fósiles y tenemos que, en menos de 30, desconvertirnos. Esa es la oportunidad que tenemos detrás del hidrógeno verde, porque además somos regalados en fuentes renovables y gracias a ellas y a estas innovaciones podremos subirnos a esta transición energética”.
Fuente: El Mercurio