La llegada de remesas a América Latina y el Caribe creció un 7,4% en 2019. En Brasil, Guatemala y Honduras superó el 12%. En Colombia, Ecuador, Nicaragua y Panamá escaló más del 6%, mientras que en Bolivia y Paraguay se redujeron un 3,8% y 2,2%, respectivamente. Este año prevén una caída del 19,3%.
El Banco Mundial prevé este año un caída de cerca de un 20% de las remesas en todo el mundo, como consecuencia de la crisis económica inducida por la pandemia de Covid-19 y el confinamiento.
La caída proyectada, que será la más abrupta de la historia reciente, se debe en gran parte al desplome de los salarios y el empleo de los trabajadores migrantes, que suelen ser más vulnerables a la pérdida de puestos de trabajo y de salarios durante las crisis económicas de los países que los albergan.
Según las previsiones, las remesas que se envían a los países de ingreso bajo y mediano caerán un 19,7% hasta ubicarse en los $us 445.000 millones, lo que representa la pérdida de un flujo de financiamiento vital para muchos hogares vulnerables.
Estudios muestran que las remesas alivian la pobreza en los países de ingreso bajo y mediano, mejoran los resultados nutricionales, se asocian con un gasto más elevado en educación y reducen el trabajo infantil en los hogares desfavorecidos. Una caída en las remesas afecta la capacidad de las familias de gastar en esas áreas, debido a que deben destinar una proporción mayor de sus fondos a resolver la escasez de alimentos y las necesidades de subsistencia inmediatas.
Al respecto, David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial afirmó que las remesas son una fuente de ingresos vital para los países en desarrollo. «La recesión económica actual provocada por el Covid-19 está afectando la capacidad de enviar dinero a los hogares de origen y por eso es aún más urgente que acortemos el tiempo que llevará la recuperación para las economías avanzadas”, sostuvo, al profundizar que las remesas ayudan a las familias a costear alimentos, atención de la salud y otras necesidades básicas.
El Banco Mundial trabaja con los países que integran el Grupo de los 20 (G-20) y con la comunidad internacional para reducir los costos de las remesas e incrementar la inclusión financiera de los pobres. La caída más pronunciada, con la previsión de la organización, se observará en Europa y Asia central (27,5%), seguida de África al sur del Sahara (23,1%), Asia meridional (22,1%), Oriente Medio y Norte de África (19,6%), América Latina y el Caribe (19,3%) y Asia oriental y el Pacífico (13%).
La fuerte caída prevista para este año se producirá después que las remesas a los países de ingreso bajo y mediano alcanzaron en 2019 la cifra récord de $us 554.000 millones. Incluso con esta merma, se espera que los flujos de remesas cobren aún más importancia como fuente de financiamiento para estos países, debido a que, según las proyecciones, la inversión extranjera directa (IED) caerá todavía más (más del 35 %). En 2019, las entradas de remesas en los países de ingreso bajo y mediano superaron los volúmenes de IED, lo que constituyó un hito importante para el seguimiento de los flujos de recursos hacia los países en desarrollo.
El Banco Mundial estima que en 2021, las remesas se recuperarán y aumentarán un 5,6 % hasta ubicarse en los $us 470.000 millones. Las perspectivas para las remesas siguen siendo tan inciertas como el impacto de la Covid-19 en las perspectivas para el crecimiento mundial y en las medidas implementadas para restringir la propagación de la enfermedad. La pandemia ha afectado a todos los países, lo que genera incertidumbres adicionales.
“Es crucial contar con sistemas de protección social eficaces para proteger a los pobres y los vulnerables durante esta crisis, tanto en los países en desarrollo como en las economías avanzadas. En los países anfitriones, las intervenciones del área de protección social también deben brindar apoyo a las poblaciones migrantes”, dijo Michal Rutkowski, director del Departamento de Prácticas Mundiales de Protección Social y Trabajo del Banco Mundial.
Tendencias regionales en las remesas
La llegada de remesas a América Latina y el Caribe creció un 7,4 % en 2019 y alcanzó los $us 96.000 millones, aunque el aumento fue dispar en los distintos países de la región.
En Brasil, Guatemala y Honduras, fue superior al 12% en 2019. En Colombia, Ecuador, Nicaragua y Panamá, las remesas crecieron más del 6%, mientras que las enviadas a Bolivia y Paraguay se redujeron un 3,8% y 2,2% respectivamente. Se estima que, en 2020, la llegada de remesas a la región se reducirá un 19,3 %.
Costo de las remesas
El costo promedio de enviar $us 200 a la región fue de 5,97% en el primer trimestre de 2020. En el contexto de la crisis de la Covid-19, los costos de transferir remesas a la región podrían elevarse debido a las dificultades operativas que enfrentan los proveedores de estos servicios (cierre de agentes y de oficinas, acceso al dinero en efectivo, tipo de cambio, seguridad) y al cumplimiento de las normas contra el lavado de activos y el financiamiento del terrorismo.