Ha sido una década trascendental para la industria energética de EE.UU. En los últimos 10 años, el país se ha convertido en el mayor productor mundial de petróleo y en un importante exportador de gas natural.
La revolución de esquisto del país ha volcado los mercados mundiales y ha ayudado a impulsar la producción nacional de crudo a más de 12 millones de barriles por día (bbl/d). A medida que la producción se ha disparado, el presidente Donald Trump ha pregonado la independencia energética de EE.UU., declarando que el país se está alejando de su dependencia del petróleo extranjero.
Pero el aumento en los precios del petróleo el viernes después del asesinato del principal comandante militar de Irán, Qassem Soleimani por parte de EE.UU., es un recordatorio oportuno de que EE.UU. está lejos de ser independiente en términos de energía. Si bien las exportaciones netas muestran una dependencia decreciente de las importaciones, el país continúa comprando petróleo de otras naciones en parte para satisfacer las necesidades de sus refinerías.
La industria de refinación de EE.UU. generalmente está configurada para procesar crudo más pesado —por ejemplo, proveniente de Arabia Saudita— que el crudo producido en sus campos de esquisto doméstico. El viernes, los comerciantes subieron en un 4% el precio del crudo Brent, el punto de referencia mundial, alcanzando más de $us 68 por barril por temor a que Irán pueda tomar represalias atacando a los petroleros que pasan por el Golfo. A pesar de la retórica sobre la independencia energética, EE.UU. sigue expuesto a lo que sucede en los mercados mundiales de petróleo.
La escalada en el Medio Oriente llega en un momento de creciente evidencia de que la expansión de esquisto de EE.UU. se está desacelerando. Se espera que la producción de EE.UU. crezca menos este año que en 2019 y a una tasa significativamente más lenta que en 2018.
Los analistas de Goldman Sachs en noviembre redujeron su pronóstico de crecimiento del petróleo de EE.UU. para 2020 por 100,000 bbl/d alcanzando 600,000 bbl/d interanual. La expansión de la producción durante una década no ha logrado aumentar las ganancias corporativas y los inversores están presionando para que haya una mayor disciplina de capital. Los productores de esquisto de América del Norte están sufriendo una resaca de deuda gracias a una gigantesca ola de gastos.
Las estimaciones sugieren que las compañías tienen más de $us 200.000 millones de deuda con vencimiento en los próximos cuatro años, $us 40.000 millones de esa deuda se vencerán a partir de este año. Una sacudida en toda la industria ya está en marcha. A medida que la financiación se ha vuelto escasa, las solicitudes de quiebra han aumentado. La industria dice que está respondiendo y frenando la perforación.
Las empresas necesitarán encontrar un equilibrio entre mantener la producción y entregar retornos. El menguante crecimiento estadounidense también podría tener un impacto más amplio, ya que sus suministros de esquisto han ayudado a satisfacer el crecimiento de la demanda mundial.
El crecimiento de la oferta tendrá que venir de otro lado si la demanda sigue aumentando. Mientras tanto, los responsables políticos de EE.UU. deben reconocer que la verdadera independencia energética no se trata sólo de garantizar el suministro, sino también de frenar la demanda. Esto sólo se puede hacer mejorando la eficiencia del combustible, invirtiendo en nuevas tecnologías como los vehículos eléctricos y alejándose gradualmente de los combustibles fósiles.
Fuente: Cronista – Gentileza TNS Latam